Mensaje del 29 de julio de 2022.

Ofrecimiento del Santo Rosario de Difuntos, tomado del Libro “DEVOCIONARIO EN FAVOR DE LAS ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO”, del Padre ANTONIO DONADONI S.J., Pagina 113.

Una vez termina el Santo Rosario, se recibe el mensaje de la Santísima Virgen María

Durante el Rosario, como revelación y por el sufrimiento de las Almas del Purgatorio, se permite escribir al instrumento, lo siguiente: 

Los pecados de murmuración, juicios, ofensa, desprecio al prójimo, pronunciados, sentidos, expresados con la boca, ameritan también la purificación e implican tortura de los sentidos, por la forma en que se expresó la ofensa, la murmuración, el juicio.

Es como un querer enmudecer, más con la boca sellada gritar en expiación por cada vez que se ofendió al Señor de tantas maneras y a tantas personas.  Se necesita reparar por estas almas con el Santo Rosario y los sacrificios en silencio. Es un padecer de recuerdo desolado que trae consigo cada momento de pecado y muestra el dolor que sintió el Corazón del Cordero por el mal uso de la razón, el pensamiento, la imaginación y los sentidos en la pronunciación medida y pesada de cada palabra. Es un dolor con desespero y soledad, y siempre obedece a tiempos largos de priorización.

Orad con Ave Marías. Orad, recordad que un juzgamiento implica envidia, venganza, señalamiento, impureza de corazón, albergue de maldad, odio, falta de amor y fraternidad, falta de caridad.; una palabra puede llevarnos a al dolor, así como al dolor de muchos; un pensamiento nos lleva a la maldad en el corazón.

Estas faltas llevan consigo frustración, dolor, inconformidad, indiferencia, tantos vicios. Orad porque el mundo entero se carcome por la boca, porque se han convertido en cloacas de maldad. Orad porque la palabra en el hombre está causando la devastación y el desconsuelo. Orad. Orad. Orad

Palabras en Lenguas….

El Ángel de la Guarda dice:

Bendecid ¡Oh siempre!, siempre que debáis opinar, expresar, siempre que debáis hablar, bendecid en el interior vuestro corazón, para que pronunciéis palabras de amor.

Es ahora la Madre exhortando en vuestro corazón de hijas y en el corazón de muchos, la expresión viva del amor en vuestras palabras. No Os dediquéis a la pronunciación errada en la creencia de los errores de otro, debéis miraros a vosotros mismos y guardar silencio ante los demás.

Escuchad ahora desde lo más profundo de vuestro corazón, porque es la Madre, que Os forma y que se enternece mirando vuestros pequeños sacrificios y forjando vuestros pequeños corazones. Escuchadla:

La Santísima Virgen María dice:

Hijas Mías, como el pétalo de una rosa, como la piel de un recién nacido, como el viento en la suavidad que acaricia vuestros sentidos, así hijas mías, debe ser el susurro en la palabra, en el pensamiento y en la obra.

Porque en la palabra hijas, dicha con amor, se posa el corazón de Mi Hijo, en cambio, en la palabra que señala, que cuestiona, que critica, que es malintencionada, que ofende, que supone, siempre hay una insidia de maldad de la que se vale el enemigo para herir almas; por ello, Os digo como Madre, que sea delicado vuestro pensamiento, prudente, pausado y silencioso; debéis aquietar vuestro pensamiento, debéis pedirlo con amor; debéis dedicaros a pensar menos y actuar más, a poner vuestros sentidos en Mis Manos de Madre, para obrar prodigios de amor en los corazones dispuestos.

En mi corazón de Madre, quisiera detener cada alma, que se desborda en la palabra, pronunciando de tantas maneras cuanta ofensa puede sin conciencia de amor, sin conciencia de dolor, sin conciencia del daño que causa en el corazón que la escucha y en su propio corazón, que la piensa que la hace suya, y que daña; más Os digo a todos hijos Míos, cuan enmudecido permanece el Padre, “Adolorido” en la degeneración que mira Su Corazón por la forma en que se expresan los hombres, en que se ofenden, en que se hieren, en que se señalan, en que se agreden, en que se destruyen; cuan enmudecido, por el dolor del Corazón de Mi Hijo, viendo un pueblo devastado, que se hiere con la palabra, como queriendo destruir a cuantos pueda, como un arma que quiere cortar todo a su paso y que se ha convertido en una fuerza de poder que destruye vidas. ¡Cuánto Dolor!, porque no hacéis obra ni semejanza del amor en vuestro actuar, en vuestro pensar y menos en vuestras palabras.

Es necesario enmendar, es necesario reparar, pero también es necesario pedir la pulcritud de vuestros actos, de vuestros pensamientos que se hacen palabra y obra en vuestras vidas.

Mirad, el dolor en la purificación de estas faltas, es un dolor también devastador; por ello, los que escucháis esta palabra, los que la leéis, estáis a tiempo de corregir en amor, de pausar, de enmendar, de reparar; pedid hijos la Prudencia y la Gracia del Silencio, pedid la Sabiduría para pronunciaros, la Inteligencia para hablar con Sabiduría; es necesario, estáis albergando en vuestras bocas tanto veneno, veneno que proviene de corazones vacíos, de pensamientos perversos, de corazones tristes, de intenciones herradas, veneno que corre, que daña, y que siempre que es pronunciado y expulsado hiere con armas letales a quien los escucha. Desdibujáis el ejemplo de la Palabra que se hace vida en la semejanza del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu en vuestros corazones, herráis hijos Míos, herráis tantas veces. Recodad, hablad con amor y silenciad vuestro corazón para no herir a vuestro prójimo, no carguéis el peso de la negación del amor por tantas palabras mal pronunciadas, malintencionadas, que producen error y que no dan fuerza al Amor de Mi Hijo en vuestros corazones, callad y disponed vuestro corazón para manteneros en silencio y obrar en la Voluntad del Padre con correcta intención en los pensamientos puros, fraternos y amorosos que se harán vida en cada palabra.

Os digo una vez más como madre, sois pequeñas, más vuestro corazón se esfuerza y en su pequeñez se ofrece, por ello, ofreceros más cada día, con mayor amor, siempre con mayor amor.

Mi Corazón de Madre Os acompaña, Mi Corazón de Madre Os corrige, Mi Corazón Os bendice junto a Mi Hijo Jesús y a Mi Esposo San José, reparad, por cada alma que habita la tierra que se devasta en odio y maldad con sus propias palabras, ofreced sacrificios y reparad en silencio de amor, siempre en silencio de amor.

Os Bendigo en El Nombre del Padre, En el Nombre del Hijo, En el Nombre del Espíritu Santo. Amén Os dejo en la Paz de Mi Amor, consolad el Corazón de Mi Hijo, junto a Mi Corazón.

Soy vuestra Madre, en la Soledad del Amor de Mi Hijo permanezco y Soy vuestra Madre. Os Amo. Os Amo.

MAMITA MARIA