Mensaje del 11 de septiembre de 2020

El Señor dice:

Hijos, el tiempo está llegando sobre la tierra, como un anuncio, un anuncio de la Venida de Mi Corazón, más Os digo, vuestro corazón, debe permanecer atento, en vela, porque la Justicia se desbordará en el llamado de cada corazón.

Yo Os digo, solo vuestros corazones, humildemente doblegados, retrasara este llamado, más Mi Corazón que espera con ansia este abandono, Sufre, porque los hombres se niegan a Mi Amor. Debéis saber, que se contarán los días y no pasara un tiempo, y por ello, no penséis en el día y en la hora, pensad en Mi Corazón, que Os Anhela, porque éste Dolor que soporta Mi Corazón, es el Dolor, del silencio de los hombres a Mi Amor.

Caminad, como si el llamado fuese hoy, en este instante y no hubiese un mañana, así debéis caminar, porque son Mis Propios Hombros, los que sostienen la Mano de Mi Padre, y el Dolor permanece latente, porque nunca, en ningún tiempo, hubo mayor oscuridad, mayor negación, mayor abandono a Mi Corazón, nunca hijos.

Debéis orar, suplicando por el mérito de cada gota de Mi Sangre, Encarnecida y Arrancada de Mi Cuerpo, debéis suplicar por cada lágrima de Mi Madre y el Dolor de Su Propio Cuerpo en las entrañas de Su Corazón, por cargar Mi Propio Dolor, en Su Puro y Adorable Seno de Madre y debéis orar, por el Amor del Padre, Donado en Su Propia Creación con el Sufrimiento y Padecimiento del Hijo;  y debéis pedir, por los méritos de los Santos y Mártires, la custodia y la protección de cada alma en la tierra.

Hijos, el Rosario de Mi Madre, en la contemplación de los cuatro Misterios, y la súplica a Mi Sacratísimo Corazón y al Inmaculado Corazón de Mi Madre, por vuestra purificación, protección y salvación, porque Yo Os Cuidare, pero sufriréis; es necesario padecer por Amor. Yo Os quiero abandonados en Mis Manos de Dolor, porque vendrá el gemido de la tierra, orad, orad hijos, como en el huerto, y pedid lágrimas de Sangre, para que unan su oración de plegaria y de expiación a las lágrimas del Corazón del Padre, en el Corazón del Hijo, en la mirada triste del Espíritu Santo, porque el hombre se anonado a sí mismo en la tierra, y se está sometiendo voluntariamente al destierro.

Hijo, es corto el tiempo, no lo quiere Mi Corazón, No, ayúdame tu a salvar muchas almas, a expiar con tu propio dolor, a expiar por el dolor que me causan Mis Hijos Sacerdotes, que invaden Mi Corazón, tantas veces de desconsuelo, decidme:

“Padre, en Nombre de Tu Hijo Eterno Sacerdote, yo como Siervo tuyo, suplico a Tu Amorosísimo Corazón, en la Unidad del Ministerio Eclesiástico, por cada uno de mis hermanos, Despójalos, de las vendas del mundo y Despiértalos en la Fe, en el Amor y en la Caridad, para que siendo Uno con Tu Hijo Jesús, se renueve Tu Iglesia en Un Solo Espíritu, Fuente viva de la Santísima Trinidad”

Hijos, Mi Sacrificio no ha sido en vano, porque muchos se salvarán, pero debéis saber, que Mi Anhelo, es que todos se salven, pero no depende de Mi Corazón, es la voluntad del hombre la que espero en la respuesta de cada día en vosotros.

Yo Os digo, Consoladme, Consolad Mi Corazón.