Mensaje del 30 de mayo de 2020

Ofrecimiento del Santo Rosario de Difuntos, tomado del Libro “DEVOCIONARIO EN FAVOR DE LAS ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO”, del Padre ANTONIO DONADONI S.J., Pagina 113.

Una vez termina el Santo Rosario, la Santísima Virgen María dice:

Hija, Consternado está Mi Corazón, porque el hombre, en vosotros, desfigura cada día la Imagen de Mi Hijo, que, a pesar, de haber redimido vuestros corazones, es pisoteado, humillado, abandonado, ultrajado y olvidado por vosotros.

Este abismo, que te he mostrado hoy, es el abismo en el que permanecen los hombres en la tierra, es el abismo de una vida sin amor, el abismo del dolor, convertido en lágrimas de Sangre, que Mi Hijo Jesús derrama por vosotros y que muchos pisoteáis.

Es el abismo, de la desolación, del Corazón de Mi Hijo Jesús, ¿Cómo Os digo?, ¿Cómo Os llamo?, si estáis sordos a Mi Voz.

Este abismo hijos, en el que el hombre ha caído, desatará tanta desgracia, tanto dolor en el mundo entero, porque la Justicia por la Iniquidad e Impiedad del hombre, ya ha llegado sobre vosotros. Cuanto se adolece Mi Corazón, por cada uno de vosotros.

Yo te digo como Madre, ni el que está vivo, ni el que muere, se pierde de la Mirada constante de Mi Hijo, por eso debéis suplicar, por todos los moribundos, porque es el momento en que están a punto de morir, cuando llega el mayor Auxilio de Misericordia para ellos, y debe ser, la oración de súplica de todos aquellos que siguen y aman verdaderamente el Corazón de Mi Hijo, suplicantes y perseverantes en esta plegaria.

Debéis implorar:

“Oh Padre de la Eterna Salvación y el Amor, en el Eterno Socorro de la Madre mirando la Cruz, permite, que la Sangre y el Agua que brotaron del Costado de Tu Hijo Jesús, limpien y purifiquen este corazón moribundo, para que pueda mirarte con ojos de arrepentimiento y de verdadero abandono a Tu Corazón; se Tú Madre, Auxilio en este instante, Intercesora y Abogada ante la Presencia del Padre, y Custodiadora como siempre del Corazón de Hijo, cubrid con Vuestro Manto, este ser moribundo, y acompañadlo en el encuentro al Juicio del Amor”.

Orad hijos, orad, sed constantes, en la invocación, en la plegaria, sed constantes. ¡Como adolece en Mi Corazón vuestra falta de Amor!

Yo suplico por vosotros, Os acompaño, Os cuido, y Os Bendigo. Sed entonces castos, de pensamiento, palabra y obra, y haced de vuestras vidas una sola plegaria, y de vuestras plegarias una sola vida.

Vida, que solo debe tener la mirada, el corazón, la mente, el cuerpo, la palabra, las manos y los pies dirigidas a Mi Hijo. Consolad Mi Corazón, Consoladlo hijas, Consoladlo, para consolar con vuestro Amor, el Corazón de Mi Hijo.

Os dejo Mi Paz, y Os Bendigo. En el Nombre del Padre, En el Nombre del Hijo, En el Nombre del Espíritu Santo. Amén. La Paz de Mi Amor, se queda con vosotras.