Ángela, Ángela, Ángela; gracias por responder al llamado del Amor, en obediencia te has mantenido en esta obra del Amor; no desfallezcas; conservad el Amor y la Permanencia; esto que te estoy permitiendo sentir y que pareciese que la extremidades de tu cuerpo se encontrasen en diferentes lugares, una separada de la otra; aunque con la certeza de continuar unidas por el Espíritu a la voz de tu corazón, es lo mismo que sucede cuando el cuerpo actúa en desobediencia, y por la herida que recibe el Espíritu desde los actos impuros del hombre tiene que obligatoriamente separarse del cuerpo; sin embargo, aunque el cuerpo está en un lugar, la mente quizás en otro y el Corazón en otro, el Espíritu siente todo el dolor causado por la inmoralidad del hombre.
Esto hijita te lo he permitido, para que puedas entender cómo se hiere y cómo se desprende el Espíritu Santo de un Alma sucia; tanto se hiere al Espíritu que por ello no puede actuar en el hombre que ha entregado su Cuerpo, Mente y Corazón a la lujuria y su separación implica un costo de reparación muy alto en arrepentimiento y enmienda.
Desafortunadamente hijita, muchas, muchas almas están por no decir que todas entregadas a la lujuria y el desorden de las pasiones del cuerpo; sus Almas están vacías y sus corazones y mentes sucias por la desobediencia, por la inmoralidad y la impureza ; el mundo se ha corrompido al punto de vivir peor que entre el celo de los animales; como crías enfermas, desquiciadas por los pecados de la carne; peor que en cualquier otro tiempo, ni siquiera Sodoma y Gomorra fue tan pervertida como lo estáis ahora; ciudades y pueblos enteros rodeados de perturbación satánica inmoral, almas y almas entregadas a la condenación eterna por vivir pegados a los pecados sexuales que el mismo Demonio ha infundado sobre la tierra en la perversión de las mentes y los corazones del hombre.
Por ello hijita, hoy quiero daros mi Onceava plegaria, en la que debéis suplicar perdón por todos los pecados cometidos en el mundo por el desorden de las pasiones, por los actos inmundos en contra de la naturaleza, por la perversión de las almas y por la perdición de las almas y de los corazones de la humanidad entregados a éstos dolorosos pecados que tanto hieren el amor de mi corazón.
Quiero hijita, que mi plegaria se manifieste así:
“Inmaculado, Puro y Doloroso Corazón de María, con la virtud de la obediencia presenta Tú ante el Padre Celestial, ésta súplica de Perdón por el desprecio del Espíritu Santo en todas y cada una de las Almas que con su Inmoralidad, Impureza, Desobediencia, y Desorden han apartado la llama del Amor de Tu Amadísimo Hijo Jesús y se han entregado a las garras de Satanás obrando en contra de la naturaleza y abusando la creación en todos los pecados de lujuria que por sus pasiones desenfrenadas atentan contra la carne.
Oh Señora Mía, Oh Madre del Buen Consejo, intercede por éstas Almas entregadas a la perturbación de sus mentes, corazones y cuerpos que viven sin el Espíritu del Amor y que están sometidas por el enemigo a los vicios de la perversión.
Reprende Madre Tierna, estos corazones, para que por tu intercesión se arrepientan y pidan perdón al Padre Eterno, para que enmienden sus vidas y puedan desprenderse de la esclavitud del Pecado en la Obra Satánica más poderosa infundada en la Tierra.
Aplasta Tú, Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, la cabeza infernal de Satanás, para que la humanidad entera vuelva a recibir la Pureza de Tu Propio Amor y sean reparadas todas las ofensas y dolores causados al Corazón de Jesús por el desprecio y el descuido del Espíritu de Dios en cada Corazón.
Se Tu misma Madre, Virgen Prudentísima, mediadora de este encuentro de reconciliación entre todas las Almas que por su comportamiento han herido al Espíritu Santo del Amor, al punto de hacerlo separar de sus cuerpos por el flagelo del pecado en la impureza y la inmoralidad de la carne. Te lo suplicamos Oh Madre del Salvador”. Amén.
Que ésta plegaria mi niña, también habite a diario en tu corazón en cada Eucaristía, para que la pongas con mucho amor desde tu corazón en cada Consagración.
Acompañadme hijita, una vez más con tu oración y regaladme las Rosas del Amor ofrecidas por éste flagelo que hiere tanto Mi Corazón y el Corazón de Mi Adorada Madre. 4:18 am.